Por las playas de Salvador
- Admin
- 20 dic 2017
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Uno de los motivos por lo que es visitada Salvador es por sus playas. En realidad para el turista, las playas de la primera capital del Brasil son prácticamente desconocidas ya que Salvador suele ser una visita de 2 o 3 días y de ahí parten para Itaparica, Morro de São Paulo o Praia do Forte.

Pero como es común en nosotros, tratamos de escaparle al turismo y por eso visitamos las playas de la ciudad. Vamos a ser sinceros, no es que no quisiéramos visitar las playas del interior de Bahia, pero las excursiones nos parecen excesivamente caras, y viajar con un chico de 5 años y un bebé en el día tomando dos o tres colectivos y un barco, es un poco estresante (más que nada para ellos). Es por ello que para hacer un poco de sol y playa decidimos conocer 4 playas típicas soteropolitanas y su gente.
El departamento donde paramos estaba frente a la Praia da Paciência, en el barrio chic de Rio Vermelho. Tranquila y poco frecuentada a comparación de otras de la ciudad. A las 6 de la mañana (si, yo Lucho me despierto muy tempano en vacaciones) ya veía los primeros atletas de las 6 AM (en contrapartida al atleta de las 3 PM de Buenos Aires) y durante el día iba cayendo gente a jugar un picadito y alguna que otra roda de capoeira.

Otra de las playas que conocimos fue la de Barra, al pie del Cristo do Morro de donde sacan la típica foto del Farol y la Bahía de Todos los Santos. Más frecuentada y con mucho más movimiento, su costanera es peatonal y se empiezan a ver más seguido los vendedores de coco gelado, de artesanías y de queijo coalho. Los trabajadores informales de la playa, con toda la onda del mundo, te endulzan el oído para alquilarte reposeras y sombrillas a 15 o 20 reales por tiempo indefinido, y si te vas y decidís volver, no te vuelven a cobrar y podés seguir usando por lo que pagaste. Obviamente son los encargados de hacerte llegar cuanta bebida o comida quieras, es un servicio all inclusive popular. Uno de los trabajadores de aquí nos recomendó que no estemos hasta tan tarde porque se podía poner peligroso, igualmente me dijo que a la hora de robar (típico de ciudad grande), quizás pasábamos más desapercibidos para los ladrones callejeros porque somos una familia con niños chicos y como que esos códigos tratan de no romperse a la hora de robarte, digamos que se roba a conciencia, que para robarte en grande ya están los políticos y empresarios.


Cuando terminamos de visitar la Basilica do Senhor do Bonfim (la iglesia donde ponen las cintas de colores), hacía tanto calor que no había nada mejor que hacer que ir a internarse en el agua. Preguntamos que playa nos quedaba cerca y nos dijeron "Praia da Boa Viagem". Eran como 15 cuadras en las cuales nos cruzamos gente diciéndonos que tengamos cuidado (se ve que la paranoia por la inseguridad no es solamente argentina), pero llegamos y vaya que tranquilidad. Si había 5 familias y 20 personas es mucho. Obreros en su hora de almuerzo comiendo un tentempié en la costanera, un puesto de coco gelado rústico y una vendedora de acarajé, esa es la pintura. El agua cristalina y al fondo, del otro lado, los edificios de la ciudad alta que se asomaban. Acá es donde nos metimos con Thiago y fuimos castigados con una ola plagada de peces, y también de la que tuvimos que huir porque el acarajé que comí además de rico fue un tanto pesado, así que volamos en un taxi para el departamento pero habiendo disfrutado de la playa.



Por último, visitamos la más popular, o por lo menos más conocida de la ciudad, Praia do Porto da Barra. Acá nos hicimos amigos de los trabajadores de las reposeras y sombrillas. Botafogo era el amigo personal de Thiago, que a pesar de que el buen hombre no entendía el español y Thiago no sabía hablar portugués, se supieron llevar muy bien. También accedió a tomar mate diciendónos "é como um chá" (es como un té), a mí me hizo unos masajes en los pies por 10 reales un chico de 17 años que soñaba con trabajar en un crucero. Me apodó "Fenómeno", obviamente por Ronaldo... por la panza de Ronaldo, ganándole de mano a quien yo llamé "Marcelo" (otro masajista de pies... si, hay varios por las playas de Salvador) por su parecido con el defensor brasileño luego de insistir los 3 días que visitamos la playa. También conocimos a "Dani Alves" (si, todos son parecidos a los jugadores del "scratch"), un vendedor de artesanías que de política no quería hablar pero que me dijo que prefería a Dilma antes que a Temer. A ésta playa volvimos 3 veces, es que fue tan buena la onda de Botafogo y su compañero, la atención y la predisposición con los chicos que sumado a lo limpio de la playa y el color del agua que nos dieron ganas de volver.




Nos quedaron pendientes las paradisíacas playas de Morro de São Paulo, pero no nos arrepentimos de haber conocido gente tan buena onda en las playas de la Roma Negra y obviamente su belleza natural. Consideramos que está poco explotada (o poco vendidas para el turista) y eso es un punto más que positivo ya que el 90% de las personas que vemos en éstas playas son netamente brasileños.
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